
Sant Jordi en Barcelona es el día más bonito del mundo mundial. Os hablé de St. Jordi, de su leyenda, de mis tradiciones y de mis amigos en 2010, 2011 (dos veces), 2012 y 2013 (desde Sugartremens). En el 2014 no os conté … Sigue leyendo
Sant Jordi en Barcelona es el día más bonito del mundo mundial. Os hablé de St. Jordi, de su leyenda, de mis tradiciones y de mis amigos en 2010, 2011 (dos veces), 2012 y 2013 (desde Sugartremens). En el 2014 no os conté … Sigue leyendo
Soy feliz. Soy más feliz de lo que lo he sido en mucho tiempo. Pero ando algo perdida. Y digo algo porque sólo pensar en escribir que estoy perdida, a secas, se me hace muy cuesta arriba, y no me da la … Sigue leyendo
Tengo la suerte de tener un hermano con un gusto literario exquisito que, además, gusta de regalarme libros para mi cumpleaños y fiestas de guardar. Con lo cual, he acabado leyendo muchísimas obras de arte que, de otro modo, hubiesen pasado totalmente desapercibidas para mí.
Una de ellas es esta joya: Ella, tan amada. Una biografía (intuyo) más o menos libre escrita por Melania G. Mazzuco sobre una mujer prácticamente desconocida (al menos para mí) pero de una fuerza, una intensidad y una mente supremas.
Annemarie Zchwarzenbach (1908-1942) pasó por el mundo como un ángel negro, no sólo para aquellos que la rodearon y la amaron, sino para ella misma. Al más puro estilo Gabo, la novela empieza con la muerte de la protagonista. A partir de ahí, nos hallamos ante el espectáculo de una vida vivida al límite, con callejones sin salida, paseos perdidos, huidas hacia delante, viajes morfinómanos y muñecas sangrantes.
Brillante y desgraciada, lesbiana y ambigua, desesperada y desesperante, amante y amada, querida y odiada, envidiada y necesitada… Una heroína sin escudo, abierta en canal a una sociedad que la devora, a un amor que no la deja vivir, a una obsesión que no es otra que la de la necesidad de ser aceptada, querida, respetada, necesitada…
Ella, tan amada, y a la vez tan sola y perdida. Sin anclajes, sin puntos de apoyo, sin rumbo y sin brújula. Unida a los Mann sin remedio, desterrada del corazón de quien ella más quería y más odiaba, su madre.
Ella, siempre tan amada…
Arde mi entraña, bereber
Rasgaría tu piel
Y hundiría mis garras
Garras de acero
De deseo
·
Sueño contigo, bereber
Con tu sexo
·
Te huelo
Te juro que te huelo
·
Y te lamo
Y te como
Y te sueño
·
Arde mi entraña, bereber
Arde
Ardo por dentro
Quiero ahogarme en el bosque de mi memoria, y encontrarte enredado en las flores de mi pesar.
Te veo. Te huelo. Te beso.
Pero te pierdo, corriendo entre troncos y abetos.
Troncos muertos.
Levanto la vista y no veo el cielo. Pero tampoco el infierno.
Te siento, incluso cuando no te quiero.
Porque desengañémonos, ya no te quiero.
Imágenes by Ignasi Font & Nader Sharaf
Seguiré soñando contigo
Incluso cuando los sueños ya no sean para mí.
Seguiré besando tus labios
Pese a que el aire ya no huela a ti.
Te querré
Aunque nunca te haya querido.
Y te amaré
Hasta el fin de un tiempo que no es mío.
Ni tuyo.
Vivir en mi cabeza
Es más seguro que sufrir en tu corazón.
Arrancarme el alma a mordiscos
Los que le faltaron a tu amor.
Hay días en que sólo quieres llorar y dejar que te piquen las mejillas, de la sal.
Llorar sin principio.
Aparcar el fin.
Hay días en que te limitas a sonreír.
Sonreír sin reír.
Y sin sentir.
¿Alguna vez os ha asaltado el miedo de convertiros, precisamente, en aquello que menos os gusta?
(Y a Clem Snide también)
Imágenes by Love Agency
Sentir la nada en tu piel. Saber que la deriva es demasiado concreta. Sin presente, sin futuro, sin solución. Notar la dilución de la tierra firme y el final del infinito. Piel arrugada, corazón cansado y cara salada. Llorar de pena. Heridas que ya nadie lame, paredes que no existieron pero están.
Ser invisible. Siempre invisible. Hasta para quien no mira.
Y luchar, sin posibilidad de no hacerlo. Victorias que nunca fueron mejor que las derrotas. Notar el agua invadiendo los pulmones y dejarse llevar. Abajo. Más. Hasta tocar tierra firme, que no lo es, ni lo será. Abandono eterno.
La práctica se pierde. En todo. Si uno no lo hace de manera regular, cada vez es más difícil, cuesta más ponerse, y se tienen menos ideas, incluso menos ganas. La típica frase de cuanto menos hago menos quiero hacer. Pues es cierto.
Yo hubo un par de años en que dejé de ir al cine, por ejemplo. Entonces, asistí al Festival de Cine de San Sebastián y volvió a entrarme el mono. Desde entonces, la semana que no lo piso, me falta algo.
Lo mismo me pasó con la música, los libros o las series. A veces me «peleo» con ellas, pero siempre acabo por volver a caer. Son mi droga, y me encanta que lo sean.
No sé, ir en bici, cantar, dibujar, cocina, coser, hacer manualidades, o incluso follar. Con todo pasa lo mismo. Y también con escribir. Y en ello ando. Por falta de tiempo, pero también porque estoy perdiendo la práctica, porque al no buscar temas para cada día, ya no se me ocurren ni para cada semana. Y porque realmente, a veces una tiene que ver que la manga no puede estirarse más que la mano.
Pero la racha pasará, creedme. Acabaré lo que estoy haciendo, y volveré a estar aquí de manera regular. Me cueste lo que me cueste y pase el tiempo que pase. Porque a veces es necesario que pase, y arrase. Y no lo digo por ser plasta, sino por convencerme, y tal… 😀